"La educación como un puente."
Esta frase nos permite reflexionar que la educación es el medio que necesitamos para evolucionar, desarrollarnos, adaptarnos y mejorar no solo como sociedad sino como individuos.
Al pensar en cómo la educación puede permitirme esto como persona, pienso inmediatamente en la identidad que me define como psicóloga.
Mi identidad como profesional aún está en constante cambio pero algo que sé que la caracteriza indispensablemente es como una identidad social. El quehacer de mi profesión me ayuda a entender la importancia que tiene la sociedad, las comunidades, los grupos y el servicio en cada ser humano, haciendo de esta un pilar fundamental para entenderme a mi, a las instituciones y en gran medida: a la educación.
La formación profesional –todo lo que debo aprender– compromete la capacidad de poder llevar a cabo el ejercicio de la psicología.
Pero ahora la pregunta es: ¿la demanda me lo permite en su mayoría?
La realidad en la que nos encontramos hoy por hoy, dificulta no solo el proceso de formación sino la práctica ya que en Colombia la situación laboral de los y las psicólogas es precaria y esto lleva a desconocer realmente lo que hacemos. Asimismo, muchos puestos de trabajo de la psicología se ven ocupados por otras carreras muchas veces por "disminuir costos salariales" y porque si nos centramos en un panorama en donde el desempleo abunda, la competencia no solo se incrementa entre una misma profesión sino entre varias dificultando el proceso y definiendo el valor en el mercado a partir de la oferta y demanda, tal como aprendimos en la lección "Retos en la formación y el ejercicio profesional"
Sin embargo, sigo convencida en que la educación nos puede llevar a un equilibrio como sociedad en donde ninguna carrera se vea "pordebajeada" y en donde nuestra identidad tampoco se vea afectada.
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