Aunque ya tenía idea sobre algunos de los retos que enfrentamos los psicólogos, durante la clase pude conocer muchos otros que, sin duda, me parecieron de gran importancia. En primer lugar, existen múltiples condiciones en nuestro contexto que están en constante cambio y que inciden negativamente en nuestro ejercicio profesional. Dentro de estas se encuentran la precariedad del Estado, la exclusión social, política y económica, la fragmentación de la sociedad y el deterioro de la convivencia, el aumento tanto de la corrupción público-privada como de los comportamientos ilegales, la agudización del conflicto armado, la incapacidad para construir un proyecto colectivo que trascienda los intereses particulares, la pobreza que se ha feminizado y la pérdida del valor de la vida. Asimismo, existen otros desafíos que nos llevan a cuestionar la manera en que se desarrolla la formación de los psicólogos en Colombia. Por ejemplo, es importante superar el individualismo metodológico y reduccionismo psicológico. Además, resulta necesario proponer una práctica basada en un aprendizaje reflexivo.
De acuerdo con lo anterior, a mi parecer, este último punto es uno de los más relevantes, puesto que durante nuestra preparación, las instituciones educativas se enfocan en enseñarnos teorías, conceptos, autores y muchos otros contenidos de esta índole. Sin embargo, son pocos los trabajos de campo o prácticas supervisadas que realizamos durante la carrera, ya que existe un tiempo determinado para dichas actividades, generalmente finalizando los estudios mismos. Entonces, es importante evitar la separación de estos dos momentos durante la formación, y más bien, incorporar un mayor número de ejercicios prácticos que nos permitan vivir más de cerca nuestra realidad. De esta manera, podríamos desarrollar las competencias necesarias para tener un mejor desempeño laboral, y al mismo tiempo, comprender, explicar y encontrar respuestas a los fenómenos con los que día a día debemos enfrentarnos.
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